Universidad Federico Villarreal sitiada

Prostitución en la Av. La Colmena.Fuente: La Republica.


Con seguridad las ha visto si alguna vez ha pasado por la avenida La Colmena y más aún sí se ha dirigido a la Universidad Federico Villarreal. Ellas están ahí, a la luz del día, y se multiplican al llegar la noche junto a los nights club y los locales “a sol la barra”. ¿Desde cuándo tomaron las calles? ¿Alguien acaso se preocupa por esta negativa situación social?

Pese a ser considerada desde 1991 como Patrimonio Cultural de la Humanidad y estar ubicada en el Centro Histórico de Lima, la avenida Nicolás de Pierola, conocida también como La Colmena es una arteria que alberga entre sus calles al histórico Hotel Bolívar y a la Universidad Nacional Federico Villarreal.
Si bien es cierto que esta excéntrica avenida es conocida por sus pecados nocturnos, es aún más conocida por que en sus primeras cuadras se encuentra el local central de la Universidad Federico Villarreal en el mismo local donde antiguamente se ubicaba el Colegio Inmaculada. Qué una Universidad se encuentra ahí ya es algo paradójico.
Quién ha transitado por la cuadra tres y cuatro de La Colmena, seguramente alguna vez habrá visto a vistosas mujeres con prendas diminutas paradas en un rincón o esquina de la cuadra, o talvez se habrá topada con sujetos totalmente exagerados, que no son mas que travestís y homosexuales que aglomeran los alrededores.
De día las cuadras aledañas a la Universidad se ven concurridas y agitadas en su mayoría por estudiantes y empleados que llegan presurosos a esa casa de estudios, en medio de bocinazos, griterío de cobradores y comerciantes. De noche el panorama cambia abruptamente y se llenan de otros personajes (travestís y meretrices) que, con atrevimiento y lujuria, se colocan estratégicamente a la espera de algún nostálgico cliente, a esto se suma los nights club que abren sus puertas a esas horas hasta los primeros bríos del día siguiente.
“Este lugar se ha vuelto en una zona rosa, que atrae a delincuentes y vendedores de droga”, dice Julio Casas, estudiante. Pues es evidente, vasta con dar la media vuelta para darse cuenta que la Universidad Federico Villarreal, se encuentra sitiada por prostitutas, delincuentes y locales nocturnos, que empañan la imagen de esta institución educativa. Aunque no se sabe con exactitud cuándo este histórico lugar se lleno de tanta inmoralidad, algunos afirman que se invadió de meretrices y centros de prostitución en los años 80.”Han pasado más de 20 años, y todo sigue igual", nos cuenta don Guillermo, mientras atiende su cabina de Internet.

El sol de las barras
Junto a muchos locales nocturnos a lo largo de la avenida La Colmeda “El laberinto” y “El Tabaris”, se encuentran a escasa distancia de la Universidad. Cada uno de ellos se llena de luces de neón azules y son promocionados por los conocidos "jaladores". Impresentables personajes que ofrecen a voces el show de "mujeres sensuales", de "charapitas golosas y ardientes", y todo al costo de un nuevo sol. "A un sol la barra, a un sol la barra", "Dos funciones por un sol, no te arrepentirás", vociferan.
“Las mujeres nos vemos más expuestas a estos individuos, muchas veces nos confunden con ellas”, cuenta una estudiante. Y al interior de estos locales, jóvenes mujeres posan con ajustadas prendas, ofrecen shows de desnudos en vivo al ritmo de una música sensual, para después dejarse tocar por los asistentes. Pero los movimientos corporales no solo se ofrecen dentro de esos inseguros locales impregnados con olor a orines y cerveza.
En la vía pública, el meretricio tiene sus esquinas. En el Centro Cultural de la Universidad Federico Villarreal, frente a la Iglesia de Santo Toribio, en el jirón Peñaloza e Inclan y en toda esa cuadra, un sinnúmero de prostitutas y travestís con diminutas y ceñidas prendas de vestir ofrecen sus servicios a angustiados clientes en ambientes pequeños y hacinados, en el interior de algún callejón de una de esas casas antiguas y abandonadas. “Sandy”, una meretriz de rostro excesivamente maquillado y con aliento a trago y terokal se promociona a 35 soles. En la otra acera un séquito de travestis de mala reputación piden 20 soles, pero a las 2 de la mañana su tarifa baja a 10 soles. Todo esto frente a la presencia de los serenos y la policía que poco o nada hacen para evitar lo ocurrido.
“Es una vergüenza que algo así exista cerca de una Universidad”, dice un profesor universitario. Prácticamente la venta de sexo ésta a la orden del día, multiplicándose en la noche y prolongándose hasta la madrugada. “Son una amenaza patente para nuestra Universidad, nada se puede hacer”, refuta el profesor ante la invasión de robustas morenas base cinco hasta jovenzuelas que merodean con desenfado y coquetería. “Y son los estudiantes que muchas veces concurren a esos locales”, expresa una comerciante alegando que en este lugar se concentra, además de la prostitución, la delincuencia y el peligro.
Hay que transitar con cuidado, para no ser victima de algún ávido delincuente, pues los más perjudicados son los estudiantes del horario nocturnos que muchas veces han sido despojados de sus celulares y otros objetos de valor como relojes y MP3. “Estamos expuestos a estos malandros, muchas veces nos sentimos vejados y impotentes”, dice resignada Maribel Paucar, alumna de la facultad de educación, quien todos los días abandona la Universidad a las diez de la noche. Y en las mañana, “quien no se ha topado con borrachitos y drogadictos tirados en las afueras de estos locales”, dice otro estudiante, producto de los rezagos de la noche.. Pues todo ello y mucho más forman el rostro nocturno de los alrededores de la Universidad Nacional Federico Villarreal uno de los lugares más peligrosos y concurridos del Centro Histórico de Lima: La Colmena.

Un lugar sin límite
Vecinos y estudiantes de la Universidad se sienten desamparados, a pesar de que muchas veces han organizado movilizaciones y protestas para erradicar esta inmundicia, se han visto truncados por la indiferencia de las autoridades, que solo prometen en resolver la denuncia para después quedar en el olvido. A pesar de que el Cercado de Lima es un lugar histórico, debiendo ser protegido, es una vecindad con realidades totalmente diferentes. Aquí están las sedes del poder político del país y el reino de mercaderes informales. Se encuentran edificios vacíos y callejones de barrios hacinados.
Pese a que hay un denodado esfuerzo por erradicar la prostitución de las afueras de dicha Universidad con la ayuda de escasos Serenos y Policías que custodian la zona y que muchas veces se han logrado cerrar estos locales, estas no han sido por mucho tiempo, pues vuelven a circular en el menor descuido de vigilancia como si nada hubiera pasado, y abren sus locales bajo la complicidad de jueces corruptos que mediante acciones de ampara les dan la potestad para seguir funcionando. ¿Nosotros cumplimos con nuestro trabajo, pero la ley nos desacredita”, afirma un Policía.
“La Universidad no puede hacer nada, es el Municipio quien tiene que resolver este problema”, expresa un administrativo de la Universidad, argumentando que han enviado un sinnúmero de cartas y notificaciones a la Municipalidad, pidiendo la presencia y resguardo permanente de parte de las fuerzas del orden. Pese a toda esta insistencia de parte de la Universidad y de buscar su buena imagen, las autoridades no han podido solucionar este problema, que para los expertos esto se debe al poco interés municipal sobre este problema y que su preocupación primordial ha sido la remodelación y construcción de espacios públicos como: los parques Chabuca Granda y La Muralla, entre otras, dejando de lado la demanda Universitaria.
“Se esta trabajando duro en ello, y en eso estamos, queremos al Cercado de Lima ordenada y tranquila”, responde un funcionario de la municipalidad. Pese a ello las quejas son unánimes, la atención municipal es mínima, es necesario recuperar este lugar y darle el valor histórico y buena imagen a la Universidad Nacional Federico Villarreal y la participación privada en la rehabilitación de predios históricos que colindan con ella.

LOS ÁNGELES DE LA NOCHE


Hace horas que la noche se apoderó de la ciudad. Es hora en que la gente transita más de prisa que en cualquier hora del día, hora en que los amigos de lo ajeno salen a buscar a sus incautas víctimas, hora en que las obreras del sexo se apoderan de ciertos lugares de la ciudad a la espera del requerimiento, de sexo al paso, de algún parroquiano ávido y lascivo. Hora en que, por no citar otra, la antigua avenida Alfonso Ugarte se congestiona de vehículos. Hora en que para muchos ha terminado la jornada diaria y aglutinan los paraderos para llegar pronto a casa. En fin, es hora para muchas cosas, pero no es hora aún para inocentes criaturas que transitan en medio de bocinazos, griterío de cobradores y pitazos de policías.

Al fin la luz verde del semáforo da el aviso para que los vehículos sigan su marcha por la avenida de doble carril, pero el tránsito que sigue por la avenida Bolivia se detiene. Es hora de trabajar. Del contorno de la pista sale presuroso una pequeña silueta con una bolsa de thoffys en mano que se escabulle entre los faros rojizos de los autos. Tiene exactamente tres minutos para convencer a choferes indiferentes, a través de las ventanillas a medio abrir, a que le compren algunos caramelos. Se terminó el tiempo, sólo treinta centavos, suenan los bocinas, Carlos Mallqui de nueve años, tendrá que volver a insistir en la siguiente señal del semáforo. Viste aún el uniforme desteñido del colegio “Héroes del Cenepa”, y sobre sus hombros cuelga una mochila con sus útiles escolares. Su versión es que trabaja desde que sale del colegio hasta aproximadamente doce de la media noche, hora en que el último ómnibus lo llevará hasta el A. H. Cruz de Motupe en San Juan de Lurigancho.

Nuevamente se detiene el tránsito, esta vez, en la avenida principal, cruzan los peatones y yo con ellos, pero eso sí, sin estropear el trabajo de un grupo de malabaristas que se apoderan de la franjas blancas, trazadas en la capa negra de la pista, para realizar algunas piruetas peligrosas, con el único afán de recibir algunas moneditas. “El mayor de ellos tiene 14 años”, afirma Juan Ricse, quien a esa hora sigue ofreciendo su emoliente. La semana pasada tuvieron que socorrer al más pequeño, se había luxado el tobillo, pero ahora ahí estaba, dando lo mejor de sí.

Frente a la Comisaría de Alfonso Ugarte, alrededor del histórico colegio Nuestra Señora de Guadalupe, Rosa López, camina de un lado a otro de la cuadra como un animal enjaulado, dice tener doce años, pero su figura delgada parece la de una niña de diez. “Se expone a muchos peligros”, comenta, Rodolfo Bejarano, el teniente que vigila la puerta de la comisaría. La pequeña, de rasgos andinos, lleva una caja de golosinas, con una tira sujeta al cuello y ofrece sus productos a todo aquel que pase por aquel lugar. “A mí no me pasa nada, yo sé cuidarme”, refuta aduciendo además que su madre trabaja del mismo modo al otro lado del colegio.

A una cuadra más arriba, en la puerta de la discoteca “Calle 8”, otra menor sigue la misma suerte del resto, tiene que trabajar, y al parecer su historia es como la de muchos niños que se movilizan confundidos en esta peligrosa ciudad, sorteando los peligros inminentes de la noche, con el único fin de cumplir con su trabajo a pesar que este invierno cala sus huesos y la indiferencia les pone zancadillas.

EL GRITO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1919

El presidente Leguía ingresando al Salón de Actos de la Universidad San Marcos, 1919.

Casi noventa años han pasado: la Reforma Universitaria de 1919 llega a la edad madura. Su impacto recayó en varias generaciones de activistas, escritores, intelectuales, científicos, artistas y políticos, que han adherido a sus principios de democratización de la cultura y la enseñanza. ¿Se trata acaso de un movimiento político-cultural promovido por el movimiento estudiantil? ¿Cuándo tuvo su inicio y a que se opuso? ¿Bajo la base y de qué inspiración se generó? ¿Era un periodo que pedía a gritos el cambio? ¿Qué pasó en 1919?

“El movimiento estudiantil peruano de 1919 recibió sus estímulos ideológicos de la victoriosa insurrección de los estudiantes de Córdoba y de la elocuente admonición del profesor Alfredo L. Palacios. Pero, en su origen, constituyó principalmente un amotinamiento de los estudiantes contra algunos catedráticos de calificada y ostensible incapacidad”, cita José C. Mariategui, en sus Siete ensayos.
Efectivamente, la reforma universitaria de 1919 no se dio aisladamente. Tuvo como su antecedente directo en la reforma universitaria de 1918 en Córdoba, Argentina, y su contexto social en las luchas obreras por mejores condiciones de trabajo. Sin embargo, existe otro antecedente que es pocas veces mencionado. Se trata de las reformas producidas en la Universidad del Cuzco, entre 1910 y 1923, bajo el fructífero rectorado del doctor Albert Giesecke y con la colaboración de la llamada “Escuela Cuzqueña” indigenista.


Los primeros pasos
A principios del año universitario de 1919 unos estudiantes (Jorge Guillermo Leguía, Manuel G. Abastos, Ricardo Vegas García, José León y Bueno, Eloy Espinoza Saldaña, Jorge Cantuarias y Jorge Basadre) agrupados alrededor de la figura descollante de Raúl Porras, llevaron a cabo el “Conversatorio Universitario”, o sea, la primera visión crítica de la historia peruana hecha en ese siglo y colectivamente organizada en San Marcos; la organización de los comités de reforma y del Comité General de la Reforma Universitaria, que lideraron el movimiento; y, finalmente, la transformación de la Federación de Estudiantes del Perú, bajo la dirección de Haya de la Torre, una vez terminado el movimiento de reforma, en un espacio político moderno.
Ese grupo sería después conocido como la Generación del Centenario. Puesto que esta generación ha sido descrita como aquella cuyas acciones e ideas le dieron forma al Perú del siglo pasado. “La chispa de la agitación es casi siempre un incidente secundario; pero la fuerza que la propaga y la dirige viene de ese estado de ánimo, de esa corriente de ideas que se designa -no sin riesgo de equívoco- con el nombre de "nuevo espíritu"”, cita Mariategui.

Grito de Reforma
El 28 de junio de 1919 los estudiantes reunidos en asamblea eligieron un Comité encargado de coordinar el movimiento de Reforma Universitaria. Los estudiantes buscaban reformular la enseñanza así como renovar la plana docente de la Universidad. A principios de agosto, bajo una huelga general, el Comité de Reforma presentó las demandas estudiantiles al rector José Pardo y Barreda. En él se leía: "Por vez primera los universitarios hablan al país en nombre de la cultura”.
El movimiento de la Reforma tenía lógicamente que atacar, ante todo, esta estratificación conservadora de las Universidades. La provisión arbitraria de las cátedras, el mantenimiento de profesores ineptos, la exclusión de la enseñanza de los intelectuales independientes y renovadores, se presentaban claramente como simple consecuencia de la doctrina oligárquica. Estos vicios no podían ser combatidos sino por medio de la intervención de los estudiantes en el gobierno de las universidades y el establecimiento de las cátedras y las asistencias libres, destinadas a asegurar la eliminación de los malos profesores a través de una concurrencia leal con hombres más aptos para ejercer su docencia.
Las demandas estudiantiles se fundamentaron, como cita Jorge Basadre, en el anhelo de mejoramiento y modernización de la enseñanza y propugnaron en la participación en el gobierno de las universidades, la docencia libre, el derecho de tacha, la supresión de la lista, la libertad de enseñar y la creación de seminarios y de becas para estudiantes pobres.
La reforma de 1919 fue, aparte de un estallido de clases medias en la población estudiantil, una demanda clamorosa por una enseñanza mejor, una protesta ostensible contra lo que entonces se califico como “esclerosos de la docencia”. Sus postulados principales afirmaron la necesidad de elevar el nivel de la docencia y de atraer a los jóvenes hacia la ciencia y la cultura.
Hasta ese entonces, la Universidad tenía una instrucción medieval y monástica, retrógrada e indiferente a la vida, sujeta a la enseñanza tradicional. Se regía por académicos ineptos en todos los sentidos. Era una universidad cerrada cuando las circunstancias ya estaban cambiando en el mundo y en nuestro propio país. Así, la manifestación estudiantil reunida el 4 de septiembre, bajo el grito de los principios que clamaban, terminó en la Plaza de Armas para entregar al presidente Leguía un memorial que solicitaba su intervención en el conflicto. Leguía había sido elegido “Maestro de la Juventud” en 1918 y había manifestado simpatías hacia la reforma al asistir el 1º de agosto a la ceremonia de inauguración de la nueva directiva de la Federación de Estudiantes.

Lo que se logró
La manifestación estudiantil se había hecho sentir en todos los estratos sociales y había despertado el interés en intelectuales, políticos y artistas. Asimismo debido a la relación existente entre la universidad y la producción cultural el movimiento de la Reforma Universitaria ha impactado de tal modo en las formas y contenidos del arte y la ciencia, que es posible, para muchos, considerarla como un movimiento cultural.
Los reclamos tuvieron aceptación. Grande fue la trascendencia del decreto del 20 de setiembre de 1919 firmado por el presidente Leguía y el ministro de educación Arturo Osores. Este decreto estableció cátedras libres en las facultades con aprobación del concejo universitario, ordeno que los delegados elegidos por los alumnos formaran parte del Concejo Universitario.
Un proyecto de ley presentado en la Asamblea Nacional el 9 de octubre resultó aprobado con ligeras modificaciones ese mismo día y se convirtió en la ley 4002. En ella se declaraba la vacancia de las cátedras con enseñanza deficiente, con la cual se dio validez a las tachas estudiantiles, pero con ciertas condiciones. Pues así pudo lograrse los principios fundamentales de la Reforma Universitario: autonomía universitaria, cogobierno, extensión universitaria, libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra libre, entre otros logros importantes.El movimiento reformista, entonces, tuvo importantes consecuencias en la legislación, formas de gobierno, concepción de la docencia, la didáctica, pero sobre todo en la definición de las relaciones de la universidad con la sociedad y con el Estado. Así, la Reforma Universitaria ha puesto de manifiesto la necesidad de precisar el rol de la universidad con el fin de que esta atienda las necesidades y problemas de la sociedad en que se encuentra inserta.